Hugo Chávez construirá 20 bases militares en Bolivia.
Los locos también matan
Carlos Alberto Montaner
Hugo Chávez construirá 20 bases militares en Bolivia. Las bases estarán
situadas en las cinco fronteras de que dispone el país: Chile, Perú,
Paraguay, Argentina y Brasil. Esas instalaciones quedarán bajo el control
de militares venezolanos y cubanos en complicidad con los soldados
bolivianos. Seguramente los cubanos tendrán pasaporte e identidad de
Venezuela. No es fácil distinguirlos. Son parecidos hasta en las virtudes y
defectos. El costo de los nuevos armamentos venezolanos ascenderá a treinta
mil millones de dólares. Venezuela se ha convertido en el primer comprador
internacional de armas y equipos militares.
El plan recoge un viejo sueño y una antigua concepción estratégica de Fidel
Castro y Che Guevara: convertir a Bolivia, situada en el corazón de América
Latina, en el bastión subversivo de Sudamérica. Esa convicción le costó la
vida al Che en 1967. Es un país desde el que se puede desestabilizar toda
la región andina alentando los conflictos étnicos. Es un país --pronto con
bases adecuadas-- desde el que podrán operar los nuevos aviones de combate
adquiridos por Chávez en Rusia. Supongo que los chilenos, primer blanco en
la mirilla del coronel venezolano dispuesto a ''bañarse en el mar
boliviano'', habrán tomado nota del enorme peligro que a medio plazo se
cierne sobre ellos.
Chávez, de acuerdo con Evo Morales, se propone seducir y reclutar a los
bolivianos para su aventura revolucionaria mediante un gigantesco plan
asistencialista que incluye tratamientos médicos, alfabetización y
abundante comida. Está seguro de que esa ayuda masiva demolerá cualquier
suspicacia nacionalista. Ya es una figura muy apreciada por las masas
bolivianas y lo será más aún en el futuro. Bolivia es el país más pobre del
continente. Varios cientos de millones de dólares convenientemente
repartidos --calcula Chávez-- pueden lograr el milagro de desatar la
adhesión entusiasta de los más necesitados y la complicidad de los grupos
radicales a la causa de la conquista redentora de América Latina para el
socialismo del siglo XXI.
Lo que estamos contemplando es la consecuencia de una cierta visión
delirante de la historia y de la realidad política planetaria. Hace meses,
en diciembre pasado, lo explicó en Caracas el canciller cubano Felipe Pérez
Roque y el mundo cometió la imbecilidad de no prestarle atención. Fidel
Castro y Hugo Chávez, que son dos personajes absolutamente mesiánicos, sin
vestigios de prudencia ni sentido del límite, llegaron a la conclusión de
que el marxismo había revivido tras la debacle que hace quince años puso
fin a
misión que ambos asumían con la responsabilidad y el entusiasmo de los
cruzados: Caracas y
redimir a la humanidad cobardemente abandonada por Moscú.
Ese es el espeluznante cuadro que tenemos ante nuestros ojos: Caracas-La
Habana, y ahora
mundial. Y la tarea que se han asignado comienza por la conquista
revolucionaria de Sudamérica y la instalación en todas estas naciones de
gobiernos afines que colaboren en la batalla final contra ''el
imperialismo''. ¿Cuál es esa batalla? Obviamente, poner de rodillas a
Estados Unidos y a sus despreciables acólitos europeos. Terminar para
siempre con la explotación inicua del tercer mundo mediante la creación de
una grandiosa civilización colectivista e igualitaria que reinará
eternamente para gloria de la humanidad.
Sería un inmenso error descartar este proyecto de conquista sólo porque se
trata de la descabellada locura de unos personajes que no tomaron Prozac a
tiempo. El Tercer Reich de los nazis no era menos loco o absurdo y le costó
al planeta cuarenta millones de muertos y el monstruoso Holocausto. Cuba es
una empobrecida isla del tercer mundo, hambreada y sin esperanzas, lo que
no le impidió a su gobierno participar en exitosos golpes de Estado en
Madagascar y en Yemen, o que sus tropas pelearan durante quince años en
sangrientas guerras africanas, tanto en Angola como en Etiopía.
Chávez, con los petrodólares y el auxilio y la dirección de los cubanos,
expertos y fogueados, está construyendo el mayor ejército de habla hispana:
un millón doscientos mil hombres que tendrán a su disposición la más
destructiva fuerza aérea de toda Sudamérica. Cuando ese aparato esté
engrasado no vacilará en utilizarlo, como sucedió con las fuerzas armadas
cubanas. Una vez que el órgano esté disponible, inevitablemente se pondrá
en funcionamiento. No importa que Chávez esté loco.
Los locos también matan.
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